DECRETO 958/04/AIC-104 El Movimiento de Cursillos de Cristiandad nace en los años 40 del siglo pasado en Mallorca (España) con ocasión de la preparación espiritual para una peregrinación a la tumba del apóstol Santiago organizada por los jóvenes de la acción católica durante el año Santo con ocasión del año jubilar en honor de Santiago de Compostela en 1948. El Primer Cursillo de Cristiandad se realiza durante el mes de enero de 1949 y tuvo lugar en el Santuario de San Honorato de Randa (Mallorca). El grupo de los iniciadores del Cursillo de Cristiandad empieza con el Dr. Eduardo Bonnín Aguiló así como algunos pastores, entre ellos el entonces Obispo de Mallorca Monseñor Juan Hervás y Benet (1905-1982) acompañando al Movimiento con la solicitud paterna del Reverendo Monseñor Sebastián Gayá Riera. Desde su nacimiento, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad conoce una notable expansión que se hace necesaria la Institución de Secretariados Diocesanos y Nacionales, así como también de Grupos Internacionales, para favorecer una adecuada coordinación de la acción que prefija el Movimiento. Durante el 5°. Encuentro Interamericano celebrado en Santo Domingo (República Dominicana) del 23 al 27 de junio de 1980, se crea el Organismo Mundial del Movimiento de Cursillos de Cristiandad una estructura de servicio a nivel internacional con la finalidad de garantizar la fidelidad del Movimiento a los compromisos de la Iglesia; para promover la unidad y custodiar la identidad; y coordinar la actividad de los grupos internacionales (cfr. Estatuto, art. 1-3, Ideas Fundamentales del Movimiento de “Cursillos de Cristiandad”, números 610-611). En el transcurso de los años los Cursillos de Cristiandad se han revelado como un válido instrumento de formación cristiana y de evangelización al servicio de la Iglesia. El corazón del Movimiento está constituido por el anuncio kerigmático del mensaje cristiano, que incita a la misión apostólica en todos los ambientes de la vida. La pedagogía de la fe que caracteriza al “Cursillo” se propone promover un encuentro personal con el Señor y de sostener a sus propios miembros en la búsqueda de la santidad y en el compromiso de ser testimonio de Cristo en el mundo. Por fortuna son numerosos los Ordinarios Diocesanos que han manifestado su aprecio por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.También los que han apreciado su estima han sido los sumos pontífices Pablo VI, que proclamó a San Pablo Apóstol patrón del Movimiento, con el Breve apostólico Viger salubriter del 14 de diciembre de 1963 y Juan Pablo II en el año del jubileo 2000 con ocasión de la tercera Ultreya Mundial del Movimiento de Cursillos de Cristiandad se dirigió a los participantes con estas palabras: “Queridos hermanos y hermanas, sean testigos valientes de la “Diaconía de la verdad” para trabajar incansablemente con la fuerza de la comunión. Haciendo un tesoro de la riqueza de sus experiencias espirituales, acepten y respondan sin miedo al reto que nuestro tiempo pone a la nueva evangelización”. Discurso del 29 de julio del 2000 {Enseñanzas de Juan Pablo II XXIII-2 (2000) p.97} Por todo lo anterior, De acuerdo por la constancia promovida por el Comité Ejecutivo del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en que se solicita al Pontificio Consejo para los Lacios el reconocimiento jurídico del mismo Organismo, así como la aprobación del Estatuto; Teniendo la oportunidad de reconocer al susodicho Organismo y al aprobar su estatuto para favorecer mejor la coordinación de este apostolado al servicio de la Iglesia y recibidas las observaciones presentadas a este Dicasterio; Vistos los artículos 131 y 133, párrafos 1 y 2 de la Constitución apostólica Pastor Bonus de la Curia Romana, y en el canon 116 del Código de Derecho Canónico, el Consejo Pontificio para los laicos decreta: 1o – El reconocimiento del Organismo Mundial del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, como estructura de coordinación, promoción y difusión de la experiencia de los Cursillos de Cristiandad, teniendo personal jurídica privada según el canon 116. C.I.C. 2o – La aprobación del estatuto del susodicho organismo debidamente autentificado por el Dicasterio y depositado en sus archivos, por un período al ad experimentum por cinco años. Dado en el Vaticano el 30 de mayo del 2004, en la solemnidad de Pentecostés.
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